Zephirin
"You don’t become a star. You either are one or you ain’t."
Inspirada por grandes pensadores, la montura ZEPHIRIN (llamada así, en honor al Papa Zephyrinus) destaca por su distintivo tamaño estilo años 30, su meticuloso acabado a mano y su construcción escultórica. Con sus líneas finas y silueta ecléctica, estas gafas son perfectas para el uso diario, y hacerlo con el estilo de un profesor y la diginidad de un santo.

La historia del cine es cambiante y siempre evolucionando tecnológicamente. Hasta los años veinte, las mayores estrellas de Hollywood eran las del cine mudo. Sin embargo, ahora atraviesan una profunda crisis con la llegada del cine sonoro, que espera algo nuevo de ellos. Nellie LaRoy, una de las estrellas más importantes de la industria del momento, no se ve afectada por ello y se adapta muy bien al sonoro. Una suerte que no tiene la mayor parte de sus compañeros lo que hará que Hollywood se tambalee enormemente sin que nadie pueda evitarlo.

La película tiene dos partes bastante bien diferenciadas. En su primera hora y media, más o menos, asistimos al jolgorio y la desmesura. Ahí vemos una fiesta de unos treinta y cinco minutos donde Chazelle se luce como nadie con la cámara -planos secuencia, movimientos imposibles, juego con los desenfoques, etc.- y se nos muestra el mundo de excesos, drogas, libertinaje y sexo desenfrenado en que vivían muchas de las estrellas que copaban las portadas durante el periodo silente del cine. Y que continua, de alguna forma, en un rodaje de una película muda, que se produce justo después, donde vemos a muchos de los actores ir sin haber dormido, drogados y completamente pasados de frenada. Toda esta primera mitad de la cinta tiene un ritmo absolutamente frenético y endiablado y nos enseña algunas de las miserias de Hollywood, aunque siempre desde un tratamiento más de humor negro que dramático, haciendo que el espectador este dentro completamente de lo que propone la cinta sin ningún tipo de esfuerzo.
Pero, obviamente, Chazelle no solo quería contarnos una historia de fiestas y de rodajes caóticos, surrealistas y desenfrenados. Chazelle quiere contarnos prácticamente la caída de un imperio. Un cambio de paradigma. Y es ahí donde entra la segunda hora y media de película.
En esta segunda mitad de la cinta a lo que vamos a asistir -valga la redundancia- es a la caída del “imperio silente” contra el nuevo rey, el cine sonoro. Y para asistir a esa caída la película se va a agarrar, trazando una parábola, a la caída de las propias estrellas de un Hollywood que vivía en la abundancia y que ahora tiene que adaptarse, o morir en el intento. Esta segunda parte es, obviamente, mucho más dramática que la primera. También más seria, madura y, en ocasiones, cruel con sus personajes. Es por esto que tengo la sensación que puede que esta segunda parte no conecte con todos los espectadores que estaban subidos a la nube de diversión y desenfreno de la primera mitad y que, al igual que a los personajes, han bajado de ella de un derechazo en la mandíbula.
Para entrar en Babylon y abrazarla al completo debemos asumir que estamos realmente ante una historia de las sombras de Hollywood. De juguetes rotos. Y de los muertos que la industria ha ido metiendo bajo la alfombra siempre para seguir con su “Show must go on” particular. Por lo tanto, no esperéis aquí algo como “La la land” -película a la que vemos alguna referencia, con un Chazelle auto citándose que me encanta-, que tocaba las sombras de forma mucho más superficial. Aquí estamos ante un descenso a los infiernos claro y evidente que recuerda casi más al tono de decadencia que mete Darren Aronofsky a sus personajes, que al tono que solía manejar Chazelle antes de esta cinta.
La montura
Edición limitada de 450 piezas
Montura de acetato de 10 mm.
Varillas de acetato laminado doble personalizadas
Núcleo de plata de ley expuesto con grabado personalizado
Bisagra personalizada de 7 barriles asegurada por tensión
Lente Marine CR39 de base 4 con tratamiento antirreflejante en la cara interna
Fabricadas a mano en Japón
DIMENSIONES
44-25-145 mm

Más de 100 manos tocan cada montura antes de su llegada a la sede de JMM en Los Ángeles. Un proceso de 300 pasos garantiza la excelencia artística y técnica. Diseñados con el más alto nivel de destreza de fabricación y probados con los estándares de tolerancia más estrictos. Los productos de Jacques Marie Mage están diseñados para durar toda la vida.